Dominaciones y potestades by George Santayana

autor:George Santayana [Santayana, George]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 1951-01-01T00:00:00+00:00

CAPÍTULO 16

Diferencia entre crimen y locura

Parece necesario reconocer que los seres vivos, lo mismo que las fuerzas ciegas de la naturaleza, pueden causar daño sin obrar mal; porque igual que las ya citadas fuerzas ciegas, que nunca cesan de operar a través de ellas, los seres vivos pueden ser capaces de percibir y hasta de compartir los intereses que pisotean. Y esto no es por falta de sutileza moral o intelectual, sino porque el principio de integridad es uno y el de beneficencia es otro. La incapacidad para simpatizar con ciertos animales, como el gusano, o con ciertos intereses humanos, tales como extrañas concupiscencias o religiones desconocidas, puede ser, en realidad, señal de integridad en un alma bien definida; y los salvajes consideran siempre como una vergüenza para cualquiera el que se sea más cariñoso que lo son ellos. En tales casos la honradez puede ser compatible con la crueldad, la embriaguez, la sensualidad, la pereza, la hechicería y la trata de esclavos. Pero es incompatible con el crimen. En justicia, no podemos llamar criminal a un salvaje honrado, por maligno que sea; ya que es virtuoso en su propio mundo, como los gusanos y los buitres pueden serlo en el suyo.

Resultaría cuestión delicada para el hombre sentimental, decidir si no debería simpatizar con el salvaje y desearle abundantes praderas de caza donde derrochar sus energías sin causar a nadie serias molestias, lo mismo que debería desear un feliz cazadero para los inocentes gusanos. No es razonable pedir a todos los animales que sean provechosos, como la dulce oveja que nos proporciona lana y corderos, ni es generoso simpatizar tan sólo con aquellos que simpatizan con nosotros. El alma mezquina y feroz del cocodrilo también es animada y real.

Sin embargo, en la práctica, los salvajes son criminales, porque generalmente no alcanzan la integridad, aunque pueda ser parte de su voluntaria obcecación el proclamar que la consiguen. Es lo mismo que suele ocurrir con la manía religiosa (por lo menos cuando esta locura es adquirida por un mandato y mantenida por la propaganda), que tiene una dirección única y requiere de los que la practican una gran destreza para darle apariencia de verdad, siendo su principal manía el anhelo de llegar a volverse maniáticos; y es que en la crueldad más sistemática y santificada hay siempre algo histriónico. Sólo una parte del alma se adhiere a este fanático sistema y sostiene una dura lucha contra los hechos patentes y los instintos contrarios.

Pero así como en las obras teatrales los papeles de villanos suelen ser los más interesantes y los que requieren mayor maestría y concentración (porque la vida del malvado es tan conmovedora como difícil); así, al representar el villano en la vida real, es preciso dominarse y estar siempre alerta para no tener un desliz en ese papel tan exigente que habéis asumido.

Por esta razón, cuando la gente toma a su cargo la defensa del crimen sistemático, no puede hacerlo consecuentemente, pues no tiene la valentía de sus propios principios.

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